martes, 2 de noviembre de 2010

Piazzolla suena a Buenos Aires


Por William Camargo

En el imaginario de cada persona al escuchar a Piazzolla genera una y otra vez recuerdos de la ciudad de Buenos Aires, y es un hecho poco frecuente que una música llegue al punto de construir simbólicamente una ciudad, y esta relación surge del orden musical, de la economía interna del género, de los innumerables estilos y tendencias sonoras del momento y de la recepción del público.
Es innegable este sentido en el cual esta música llega a representar externamente una ciudad, o más bien, el imaginario de una ciudad, como afirma Martin Stokes: "el hecho musical evoca y organiza las memorias colectivas y presenta las experiencias del lugar con una intensidad, un poder y una simplicidad no igualadas por ninguna otra actividad social".
El lugar que es citado con la identidad cultural se podría deducir de la intersección entre las relaciones sociales, interacciones y sus rutas geográficas.
Pero ¿Quién establece esa relación? Para quiénes están en el centro de esta cultura, el objeto es sostenido por una poderosa identidad cultural, pero esa relación es también clara para los oyentes exógenos que han construido un lugar alimentados de una música determinada. Y queda claro que la música de Piazzolla este ligada a Buenos Aires cuando sus éxitos en los públicos locales vienen creando una retroalimentación de los mismos, unos espejos que enriquecen esta relación.
La música de Piazzolla es una música netamente urbana, no se le pude imaginar fuera de las experiencias de las ciudades contemporáneas, la modernidad, cambiante, el dinamismo, la extroversión y aún contrario a éste la incomunicación.
El tango se popularizó en Argentina justamente en el momento en que se transformaba en la metrópolis que hoy es, tomando un significado importante para sus habitantes y a su vez para el exterior, y es allí donde la música de Piazzolla toma un rasgo de identidad para la capital argentina. Así, Gerardo Gandini decía antes de tocar el piano con el último grupo de Piazzolla, que “si un cineasta argentino quiere hacer un documental sobre Buenos Aires, ¿con qué se inicia ese documental? Estoy seguro que con la música de Piazzolla” (1989). Y luego diría de su estilo que “es envidiablemente denotativo de Buenos Aires” (1997).
Carlos Kuri, autor de un libro sobre Piazzolla, que en un principio niega la posibilidad de una significación musical extrínseca, concluye diciendo que “el tango de Piazzolla es Buenos Aires, parece anidar imágenes, ruidos, sensibilidades de una ciudad íntima”. John Adams afirma que “las raíces (de la música de Piazzolla) serían tan innatas de Buenos Aires como las de Tchaikovsky moscovitas”.
Piazzolla decidió tomar el tango ya existente basándose en un su percepción histórica, para transformarle y desplazarle a nuevos ámbitos creando una concepción más urbana, y más acorde con la gran de demanda de los nuevos públicos. Y todo esto se dio en los 60´s cuando las innovaciones de Piazzolla fueron acogidas por la clase media, los profesionales e intelectuales provenientes de la universidad posperionista, marcada por el impulso modernista y las nuevas vanguardias, algunas de ellas promovidas por el Instituto di Tella. Por tanto, no es casual que un tema tan debatido por intelectuales y de tanto interés social como es el psicoanálisis, fuera tomado por Piazzolla en su ópera “María de Buenos Aires” en el “Aria de los analistas”.
Según el compositor los estudiantes “fueron los primeros en entender mi música”, al igual que los snobs, “todo lo contemporáneo tiene una corte de snobs… me seguían porque quedaba bien decir: anoche fui a escuchar a Piazzolla”.
Pero el estilo característico de sus composiciones también llamo la atención de los oyentes del jazz, que no gustaban tanto del tango y veían ahora en él una característica musical más afín al jazz, más progresista. Por otro lado, el público de música culta, también se integró en el tango en trabajos de anteriores compositores por sus características contemporáneas, como por ejemplo, Juan José Castro (o Luis Gianneo), para estos últimos Piazzolla traía no sólo una buena propuesta sinfónica, sino también, una revitalización del género.
Aunque es claro que ya Piazzolla recibía un tango de un nivel de refinamiento muy bueno, no sólo de parte de intérpretes sino también de parte de compositores, como son las obras de Osvaldo Pugliese, la yumba, negracha, malandraca por citar algunas, tan significativas en la década de los 40, y por lo cual, Piazzolla tuvo que atravesar la problemática tan común, tradición-modernidad especialmente en el público del tango tradicional, y que no le identificaba tan fácilmente como tango. Pero podemos citar algunas de esas características que ayudaron a conservar la música de Piazzolla como Tango:
- El bandoneón, elemento único y distintivo de Buenos Aires, en este punto, Piazzolla, al ser bandoneonista, llevaba una ventaja clara para el estilo, además tomar este instrumento implica cargar con toda su historia: “no nací en un frasquito, ni el sonido de mi bandoneón es una rareza del cielo… me voy de viaje y me llevo conmigo a Maffia, a Laurenz, a Di Filippo,a Federico, y tengo la sensación de estar tocando con ellos”.
- La rítmica típica de la Milonga aunque con acentuaciones más marcadas colocadas a primer plano de la sonoridad.
- La estructura bipartita o tripartita, pero considerablemente articulada.
- La gestualidad instrumental de otros intérpretes de tango, por ejemplo, la del pianista Osvaldo Goñi.
- El lirismo d los temas lentos.
- Los bajos escalares descendentes.
- Los efectos instrumentales como la “lija” y el tambor en los violines.
- La respiración, swing típico del género.
Y toda esta gama de recursos tradicionales mezclados con las músicas de vanguardia como el jazz o la música culta del S. XIX, llevan al tango a ese poder expresar la metrópoli contemporánea, el vértigo y el agotamiento, el dinamismo y la soledad, la violencia y la melancolía. Pero no sólo esas características son las que ayudan a establecer una relación entre la música de Piazzolla y la ciudad de Buenos Aires, también las portadas de los discos de su música mostrando las imágenes de una ciudad moderna, incluso futurista y no tan nostálgica o bohemia. No dejemos de lado, las vistas de Buenos Aires difundidas por televisión y por cine acompañadas por tangos de Piazzolla; la trama de muchos films para las que el compositor compuso la música, desarrolladas en la ciudad (como “El exilio de Gardel, Sur”, de Fernando Solanas). Y todo esto ha contribuido a la fortaleza de esa relación que aunque decayera en la década de los 80 con la reinterpretación del tango, ha tomado en nuestras mentes un simbolismo particular, un imaginario de Buenos Aires en la música de Piazzolla.

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